martes, 14 de julio de 2020
miércoles, 1 de julio de 2020
NUESTROS TITULARES
Esta revista digital se edita mensualmente desde
hace cuatro años desde la urbanización Marsella en Cedros de Montes de Oca. En
este mes de julio es dedicada a la provincia de Guanacaste. Disfruta con sus nietos y
niños del barrio. y corra la voz. Muchas Gracias
1. AFUP en Acción a Nivel
Nacional
2. MIRANDO HACIA ATRÁS EN LA HISTORIA DE GUANACASTE
3. Anexión del Partido de Nicoya, la historia detrás de los hechos – una
producción de Matices.
producción de Matices.
4. Historia Regional de Guanacaste
5. Concierto con Costa Rica pura Vida
6. Biscochos, rosquillas y
tanelas [Receta Tica]
tanelas [Receta Tica]
7. LEYENDA DEL CACIQUE NACAOME
8. capacitando al jubilado en su salud
9. La ganadería en Guanacaste según CORFOGA, el robo de ganado.
10. Leyenda "La mona"
11. Comidas típicas de Costa Rica
LUNA LIBERIANA
A LOS EDUCADORES JUBILADOS DE GUANACASTE
“Se pensiona el educador guanacasteco, nunca sus ideales”.
Como pocas provincias, Guanacaste ha sido cuna de muchos e incomparables educadores, mujeres y hombres con vocación docente y altruista, cuya labor en las comunidades generalmente trascendió la enseñanza en las aulas y se desbordó al mejoramiento de caminos, a la construcción de puentes, a la denuncia por la contaminación ambiental, a la reforestación, a mejorar las condiciones de vivienda, de trabajo, de deporte, de cultura y de esparcimiento, que dieran al fenómeno educativo todo un abordaje integral con un enfoque regionalista, manifestado de alguna forma en el lema escolar “Ticos de nacimiento, guanacastecos, gracias a Dios”.
Según la prestigiosa historiadora Soili Buska, el esfuerzo de memorables guanacastecos por darle un aire regionalista a su denuncia, nació particularmente de la excelente labor educativa de ciudadanos identificados con la desesperanza causada por el olvido y la marginación en que los gobiernos del siglo anterior tenían a la provincia:
“A inicios del siglo veinte, sin embargo, algunos guanacastecos comenzaron a criticar al gobierno central en la prensa nacional y a culparlo del atraso de la provincia con respecto al Valle Central. Al mismo tiempo, instaban a los habitantes de Guanacaste a trabajar por la unidad y a desarrollar el orgullo por la pertenencia a la provincia. Estos intelectuales y dirigentes locales—muchos de ellos maestros de escuela—sostenían que la provincia era la más atrasada y abandonada de la nación. El estado central se había olvidado de Guanacaste, a pesar de que la provincia siempre había sido el miembro más fiel de la nación. Al mismo tiempo—y como reminiscencia de la necesidad decimonónica de las elites guanacastecas de legitimarse como costarricenses—enfatizaban en que su reivindicación no significaba separatismo ni era una actividad contraria a los intereses nacionales, sino que, según ellos, luchar por el mejoramiento de la provincia de Guanacaste era sacrificarse por el progreso de todo el país. En el fondo, el regionalismo era amor por la Patria (Costa Rica) y ese amor tenía que ser reconocido por parte del estado y el resto de la sociedad”.
Los años pueden afectar la memoria, pueden pintar los cabellos de blanco, pueden hacer que mueran las personas más queridas que conocimos, pero jamás harán que claudique el amor de un hijo de la pampa por su provincia, ya que el haber nacido o trabajado por varios años en esta tierra chorotega produce un mágico efecto de pasión y ternura por su gente, por su cultura, por el desarrollo de sus pueblos. El grito de los “hijos de la pampa” sigue sonando en el oído de sus docentes decenas de años después que abandonaron las escuelas a las cuales se entregaron con alma, vida y corazón. Y ese grito se oye hoy tan claro y persistente como cuando lo escucharon por primera vez en los recreos del aula de clases, pero ahora como un lamento pampero, porque estas tierras que eran de sus ancestros fueron vendidas a extraños que vinieron de lejos y solo vieron en ellas mercancía. Ahora se escuchan como gritos de protesta por las montañas deforestadas, por los ríos contaminados y con caudal empobrecido, por los cazadores que asesinan animales inocentes y queman los bosques, por el aumento del desempleo, por las familias cada vez más pequeñas en casas más grandes, por el aumento de empleos mecánicos y la disminución del pensamiento crítico.
Educadores guanacastecos, nacidos en la provincia o adoptados por sus pueblos: ha llegado la hora de demostrar que “la guanacastequidad” no es un discurso vacío ni un folclor prostituido, sino un sentimiento regional que se vuelve acción revolucionaria que enfoca todos sus esfuerzos en la transformación de condiciones menos favorables para la inclusión social a condiciones más favorables para la generalidad de sus pobladores. Ha llegado la hora de pasar de los sueños a las acciones, de los bailes típicos repetitivos a la movilidad social de los sectores empobrecidos, de los cantos románticos narcisistas a los conciertos de solidaridad con los más desfavorecidos…y los maestros pensionados seguirán siendo claves en esta misión posible y necesaria.
“Se pensiona el educador guanacasteco, nunca sus ideales”.
Profesor Ronal Vargas Araya. Nicoya, julio de 2020.
Según la prestigiosa historiadora Soili Buska, el esfuerzo de memorables guanacastecos por darle un aire regionalista a su denuncia, nació particularmente de la excelente labor educativa de ciudadanos identificados con la desesperanza causada por el olvido y la marginación en que los gobiernos del siglo anterior tenían a la provincia:
“A inicios del siglo veinte, sin embargo, algunos guanacastecos comenzaron a criticar al gobierno central en la prensa nacional y a culparlo del atraso de la provincia con respecto al Valle Central. Al mismo tiempo, instaban a los habitantes de Guanacaste a trabajar por la unidad y a desarrollar el orgullo por la pertenencia a la provincia. Estos intelectuales y dirigentes locales—muchos de ellos maestros de escuela—sostenían que la provincia era la más atrasada y abandonada de la nación. El estado central se había olvidado de Guanacaste, a pesar de que la provincia siempre había sido el miembro más fiel de la nación. Al mismo tiempo—y como reminiscencia de la necesidad decimonónica de las elites guanacastecas de legitimarse como costarricenses—enfatizaban en que su reivindicación no significaba separatismo ni era una actividad contraria a los intereses nacionales, sino que, según ellos, luchar por el mejoramiento de la provincia de Guanacaste era sacrificarse por el progreso de todo el país. En el fondo, el regionalismo era amor por la Patria (Costa Rica) y ese amor tenía que ser reconocido por parte del estado y el resto de la sociedad”.
Los años pueden afectar la memoria, pueden pintar los cabellos de blanco, pueden hacer que mueran las personas más queridas que conocimos, pero jamás harán que claudique el amor de un hijo de la pampa por su provincia, ya que el haber nacido o trabajado por varios años en esta tierra chorotega produce un mágico efecto de pasión y ternura por su gente, por su cultura, por el desarrollo de sus pueblos. El grito de los “hijos de la pampa” sigue sonando en el oído de sus docentes decenas de años después que abandonaron las escuelas a las cuales se entregaron con alma, vida y corazón. Y ese grito se oye hoy tan claro y persistente como cuando lo escucharon por primera vez en los recreos del aula de clases, pero ahora como un lamento pampero, porque estas tierras que eran de sus ancestros fueron vendidas a extraños que vinieron de lejos y solo vieron en ellas mercancía. Ahora se escuchan como gritos de protesta por las montañas deforestadas, por los ríos contaminados y con caudal empobrecido, por los cazadores que asesinan animales inocentes y queman los bosques, por el aumento del desempleo, por las familias cada vez más pequeñas en casas más grandes, por el aumento de empleos mecánicos y la disminución del pensamiento crítico.
Educadores guanacastecos, nacidos en la provincia o adoptados por sus pueblos: ha llegado la hora de demostrar que “la guanacastequidad” no es un discurso vacío ni un folclor prostituido, sino un sentimiento regional que se vuelve acción revolucionaria que enfoca todos sus esfuerzos en la transformación de condiciones menos favorables para la inclusión social a condiciones más favorables para la generalidad de sus pobladores. Ha llegado la hora de pasar de los sueños a las acciones, de los bailes típicos repetitivos a la movilidad social de los sectores empobrecidos, de los cantos románticos narcisistas a los conciertos de solidaridad con los más desfavorecidos…y los maestros pensionados seguirán siendo claves en esta misión posible y necesaria.
Los invito a recordar y cantar el Himno de Guanacaste. Tratemos de compartirlo con nuestros nietos y niños del barrio.
2. MIRANDO HACIA ATRÁS EN LA HISTORIA DE GUANACASTE
Leyenda del volcán Miravalles. Profesor
Ronal Vargas. Junio de 2020 (adaptación de la leyenda maya
“las manchas deljaguar”).
A una
altura aproximada de 2.028m. s.n.m. se levanta erguido uno de los cerros
más llamativos de Guanacaste, a solo 30 kilómetros de la ciudad de Bagaces, y
nos referimos al majestuosovolcán Miravalles, en cuyas faldas se levantan hoy
las prósperas poblaciones de Guayabo y La Fortuna.
Hace
unos 8 mil años se calcula la última erupción del volcán, expulsando muchos
gases y lava, materiales que fertilizaron con el tiempo las tierras a su
alrededor y dieron origen a múltiples fumarolas, por donde caminaban libres
jabalíes, osos, tapires, dantas, pumas, jaguares, monos y aves multicolores.
En el
mapa trazado por el Dr. Alejandro Frantzius en 1865 se habla, junto al cerro
Rincón y el volcán de la Vieja, del cerro Mogote, que sospechamos sería nuestro
volcán Miravalles. A finales del siglo XIX, en los diarios del padre Zepeda,
que por 13 años recorrió estas montañas en búsqueda de los indios Guatusos, el
misionero refiere en su orden los volcanes “Rincón de la Vieja, Hedionda,
Miravalles, Cucuilapa y Tenorio”. De ahí que algunos crean que el nombre
antiguo del volcán era “Cuipilapa”, palabra náhuatl que significaba “río
de varios colores”, y era un término que utilizaron los indígenas para llamar a
los macizos montañosos. Dicho nombre cambiaría a Miravalles, pues así sería
denominada la famosa hacienda de don Crisanto Medina, uno de los antiguos
vecinos de la zona.
Pues,
cuentan los ancianos que hubo un tiempo en que los animales vivían en paz y
armonía, sin comerse ni lastimarse unos a otros, ya que se alimentaban de
hierbas, frutos, granos y raíces de los bosques. De entre todos los animales,
el jaguar destacaba por su hermosa figura y su abrigo de piel amarilla. Donde
quiera que iba, siempre presumía el refulgente color de su abrigo, por lo que a
cada rato lo limpiaba con la lengua, costumbre que han heredado sus
descendientes felinos, caminando siempre impecable entre los animales.
Una
tarde en que el jaguar jugaba con los monos, en medio del zafarrancho a uno de
los monos se le ocurrió aventarle un caimito muy maduro y ¡zaz!, le pegó de
lleno en el lomo, dejándole una horrible mancha entre morada y oscura que no
pudo limpiar por un líquido blancuzco y pegajoso que del pellejo del caimito
había brotado.
Enojado
porque aquel atrevido mono ensució su lujoso abrigo natural, que consideraba el
mejor traje del bosque, el jaguar le tiró un manazo, aruñándolo hasta desgarrar
su carne. Como le gustó el olor a sangre fresca que brotó de su piel herida, el
felino agarró al mono entre sus mandíbulas y lo arrastró hasta una cueva en el
interior del volcán Miravalles y lo devoró sin piedad, rompiendo la armonía que
hasta entonces reinaba entre los animales.
Gritando
y chillando como nunca antes se les había escuchado, los demás monos corrieron
a acusar al jaguar con el Viejo del Monte, quien imponía el orden de la vida y
la armonía en la selva. Él, prometió castigarlo y con su habitual serenidad
habló por medio del viento a los monos: “Recojan varios caimitos, suban a esos
árboles de guanacaste y cuando pase el jaguar, arrójenle las frutas y así la
piel de la que tanto presume le quedará manchada para siempre. Lo que antes era
su orgullo, ahoraserá su peor castigo”.
El
Viejo del Monte ordenó a los jabalíes sacar al felino de su escondite en la
cueva. Cuando el jaguar huyó, pasando por debajo del guanacaste, cayó sobre él
una lluvia de caimitos como jamás se había visto, y una fumarola que brotó
junto a la quebrada selló las manchas sobre su piel, echando a perder para
siempre aquel amarillo esplendoroso que le cubría.
Desde entonces, toda la piel del jaguar adquirió unas manchas oscuras que nunca
jamás se borrarían.
Enojado
el jaguar juró vengarse, acabando con sus enemigos mortales, monos y jabalíes,
y nunca olvidó lo que le hicieron. Por eso, estos animales son su alimento
preferido. Pero para que le costara trabajo atraparlos, el Viejo del Monte les
hizo nacer una cola a los monos, para facilitarles la huida por las ramas de
los árboles, donde el jaguar no los alcanzaría. A los jabalíes les dio grandes
dientes y una piel gruesa yresistente, ordenándoles que a partir de aquel día
solo anduvieran en manadas, para defenderse mejor de sus depredadores.
Cuentan
que todavía en las noches de luna llena, cuando el aullido de los monos es más profundo, se escuchan en lo alto del volcán Miravalles los lamentos del jaguar, reclamándole a la luna por haber perdido el amarillo esplendoroso de su traje de piel, por culpa de la diabólica alianza entre los jabalíes y los monos, sus
acérrimos enemigos que juró destruir, aunque con su gran astucia estos animales casi siempre logran escabullirse de su persecución. Recopilada por el
prof. R.V.A.
Leyenda del volcán Miravalles. Profesor
Ronal Vargas. Junio de 2020 (adaptación de la leyenda maya “las manchas deljaguar”).
A una
altura aproximada de 2.028m. s.n.m. se levanta erguido uno de los cerros
más llamativos de Guanacaste, a solo 30 kilómetros de la ciudad de Bagaces, y
nos referimos al majestuosovolcán Miravalles, en cuyas faldas se levantan hoy
las prósperas poblaciones de Guayabo y La Fortuna.
Hace
unos 8 mil años se calcula la última erupción del volcán, expulsando muchos
gases y lava, materiales que fertilizaron con el tiempo las tierras a su
alrededor y dieron origen a múltiples fumarolas, por donde caminaban libres
jabalíes, osos, tapires, dantas, pumas, jaguares, monos y aves multicolores.
En el
mapa trazado por el Dr. Alejandro Frantzius en 1865 se habla, junto al cerro
Rincón y el volcán de la Vieja, del cerro Mogote, que sospechamos sería nuestro
volcán Miravalles. A finales del siglo XIX, en los diarios del padre Zepeda,
que por 13 años recorrió estas montañas en búsqueda de los indios Guatusos, el
misionero refiere en su orden los volcanes “Rincón de la Vieja, Hedionda,
Miravalles, Cucuilapa y Tenorio”. De ahí que algunos crean que el nombre
antiguo del volcán era “Cuipilapa”, palabra náhuatl que significaba “río
de varios colores”, y era un término que utilizaron los indígenas para llamar a
los macizos montañosos. Dicho nombre cambiaría a Miravalles, pues así sería
denominada la famosa hacienda de don Crisanto Medina, uno de los antiguos
vecinos de la zona.
Pues,
cuentan los ancianos que hubo un tiempo en que los animales vivían en paz y
armonía, sin comerse ni lastimarse unos a otros, ya que se alimentaban de
hierbas, frutos, granos y raíces de los bosques. De entre todos los animales,
el jaguar destacaba por su hermosa figura y su abrigo de piel amarilla. Donde
quiera que iba, siempre presumía el refulgente color de su abrigo, por lo que a
cada rato lo limpiaba con la lengua, costumbre que han heredado sus
descendientes felinos, caminando siempre impecable entre los animales.
Una
tarde en que el jaguar jugaba con los monos, en medio del zafarrancho a uno de
los monos se le ocurrió aventarle un caimito muy maduro y ¡zaz!, le pegó de
lleno en el lomo, dejándole una horrible mancha entre morada y oscura que no
pudo limpiar por un líquido blancuzco y pegajoso que del pellejo del caimito
había brotado.
Enojado
porque aquel atrevido mono ensució su lujoso abrigo natural, que consideraba el
mejor traje del bosque, el jaguar le tiró un manazo, aruñándolo hasta desgarrar
su carne. Como le gustó el olor a sangre fresca que brotó de su piel herida, el
felino agarró al mono entre sus mandíbulas y lo arrastró hasta una cueva en el
interior del volcán Miravalles y lo devoró sin piedad, rompiendo la armonía que
hasta entonces reinaba entre los animales.
Gritando
y chillando como nunca antes se les había escuchado, los demás monos corrieron
a acusar al jaguar con el Viejo del Monte, quien imponía el orden de la vida y
la armonía en la selva. Él, prometió castigarlo y con su habitual serenidad
habló por medio del viento a los monos: “Recojan varios caimitos, suban a esos
árboles de guanacaste y cuando pase el jaguar, arrójenle las frutas y así la
piel de la que tanto presume le quedará manchada para siempre. Lo que antes era
su orgullo, ahoraserá su peor castigo”.
El
Viejo del Monte ordenó a los jabalíes sacar al felino de su escondite en la
cueva. Cuando el jaguar huyó, pasando por debajo del guanacaste, cayó sobre él
una lluvia de caimitos como jamás se había visto, y una fumarola que brotó
junto a la quebrada selló las manchas sobre su piel, echando a perder para
siempre aquel amarillo esplendoroso que le cubría.
Desde entonces, toda la piel del jaguar adquirió unas manchas oscuras que nunca
jamás se borrarían.
Desde entonces, toda la piel del jaguar adquirió unas manchas oscuras que nunca
jamás se borrarían.
Enojado
el jaguar juró vengarse, acabando con sus enemigos mortales, monos y jabalíes,
y nunca olvidó lo que le hicieron. Por eso, estos animales son su alimento
preferido. Pero para que le costara trabajo atraparlos, el Viejo del Monte les
hizo nacer una cola a los monos, para facilitarles la huida por las ramas de
los árboles, donde el jaguar no los alcanzaría. A los jabalíes les dio grandes
dientes y una piel gruesa yresistente, ordenándoles que a partir de aquel día
solo anduvieran en manadas, para defenderse mejor de sus depredadores.
Cuentan
que todavía en las noches de luna llena, cuando el aullido de los monos es más profundo, se escuchan en lo alto del volcán Miravalles los lamentos del jaguar, reclamándole a la luna por haber perdido el amarillo esplendoroso de su traje de piel, por culpa de la diabólica alianza entre los jabalíes y los monos, sus
acérrimos enemigos que juró destruir, aunque con su gran astucia estos animales casi siempre logran escabullirse de su persecución. Recopilada por el
prof. R.V.A.
Llego el momento de disfrutar de Pampa
3. Anexión del Partido de Nicoya, la historia detrás de los hechos.
Una producción de Matices editado y producido por Radio Monumental, en 2016 Invitado: Vladimir de la Cruz, Historiador.
4. Historia Regional de Guanacaste
En esta oportunidad (2015) el Dr. Gustavo Gutiérrez Espeleta conversa con Doctor Edgar Solano Muñoz profesor-investigador de la Sede de Liberia (Guanacaste) de la Universidad de Costa Rica sobre la historia regional de Guanacaste.
5. Costa Rica Pura Vida Nuestra Música Folclórica CONCIERTO CON COSTA RICA PURA VIDA
Gracias a Dios por permitirnos recrear esta joya musical por y para la tierra que nos vio nacer. Nuestro agradecimiento a todos los que con su apoyo hacen posible que nuestra música folclórica perdure por siempre. DESDE COSTA RICA PARA EL
MUNDO. Alexis Gamboa Masis
MUNDO. Alexis Gamboa Masis
7 - De la Caña se Hace el Guaro (Anónima
Tradicional) 17:08 8 - La Guaria Morada (R. Gutiérrez.
Los Talolingas) 22:15
Tradicional) 17:08 8 - La Guaria Morada (R. Gutiérrez.
Los Talolingas) 22:15
10 - Pasión (P. Acevedo) 27:35
6. Bizcochos, rosquillas y tanelas [Receta Tica]
La Buena Cuchara] Canal UCR y INA tienen el objetivo de dimensionar la riqueza gastronómica y creatividad culinaria costarricense, mediante el rescate de recetas que incorporen ingredientes y técnicas autóctonas y fomentar el consumo de productos tradicionales costarricenses, rescatando sus valores alimenticios y culturales.
7. LEYENDA DEL CACIQUE NACAOME
Leyenda
del Cacique Nacaome. Profesor Ronal Vargas Araya.
Nicoya, junio de 2020.
El año de 1978 el arqueólogo Vetsalio Rivas recolectó restos
prehistóricos de un mastodonte en el lecho del río Nacaome de Nicoya. En
julio de 1999 se conformó una nueva expedición arqueológica en la que se
lograron nuevos hallazgos, conformándose la colección denominada “fauna de
Nacaome”, que se encuentra en el Museo Nacional de Costa Rica. ¿Cómo llegaron
estos elefantes gigantes a Guanacaste? Se cree que, igual que los seres
humanos, atravesando el puente congelado entre Siberia y Alaska. Además, no
olvidemos que eran muy buenos nadadores, por lo que en los fríos inviernos
atravesaban grandes distancias en busca de lugares más cálidos, llegando hasta
las islas del Golfo de Nicoya y sus costas.
El mencionado río Nacaome nace en las montañas de Barra Honda y se extiende por el distrito Quebrada Honda hasta morir en el golfo de Nicoya, en un sitio donde se dice que antaño se levantaba orgulloso el desaparecido Puerto Letras. Se le dio el nombre de “Nacaome” en honor a un antiguo y famoso Cacique del que se sabe muy poco, aparte de su pasado guerrero, al igual que el resto de Caciques chorotegas.
El mencionado río Nacaome nace en las montañas de Barra Honda y se extiende por el distrito Quebrada Honda hasta morir en el golfo de Nicoya, en un sitio donde se dice que antaño se levantaba orgulloso el desaparecido Puerto Letras. Se le dio el nombre de “Nacaome” en honor a un antiguo y famoso Cacique del que se sabe muy poco, aparte de su pasado guerrero, al igual que el resto de Caciques chorotegas.
En siglos
pasados los cacicazgos alrededor de Nicoya recuerdan a Nacaome como un poderoso
hechicero y un famoso guerrero originario de la isla de Chira, que en sus
años mozos anhelaba casarse con la princesa Nosara, hija del Cacique Nicoya, no
solo por su reconocida hermosura, sino también porque al casarse con ella sería
heredero legítimo del reino de Nicoya, el principal de los cacicazgos de
entonces. Sin embargo, Nosara despreciaba las muestras de cariño que Nacaome le
profesaba, porque estaba enamorada de Curime…pero ya sabemos la fatal historia
de esos enamorados que murieron cuidando los tesoros de Nicoya y cuyos lamentos
todavía se escuchan por las quebradas y riachuelos de las costas nicoyanas de
Nosara.
Nacaome
siempre fue un Cacique muy ambicioso, y el hecho de gobernar en Chira y las
islas a su alrededor le ofrecía una posición estratégica nada despreciable.
Cuando los españoles arribaron en sus primeros viajes al Golfo de Nicoya,
precisamente en una expedición de Pedrarias Dávila en la que le acompañó el sacerdote Diego
de Escobar un 16 de marzo de 1526, destruyeron algunos ídolos indígenas, construyeron un pequeño
templo y celebraron una misa
solemne de Semana Santa con la presencia de Nacaome y muchos otros nobles e
isleños: esa fue la primera celebración cristiana que se hizo en territorio
nacional. Como buen estratega, Nacaome logró ganarse la confianza de los
españoles. Todavía el domingo de Ramos 25 de marzo el famoso conquistador
Pedrarias Dávila permanece en la isla reponiendo sus fuerzas, bajo la fina
atención de Nacaome. Los otros cacicazgos no dejaban de mirar con recelo
aquellos invasores, atraídos más por la ambición del oro que por el interés de
pacificar o bautizar aquellos salvajes, tal como ellos decían.
El sueño
de Nacaome era reunificar todos los cacicazgos chorotegas, por muchos años
enfrentados por mezquindades y ambiciones personales. La llegada de los
españoles se presentó como la ocasión propicia para colocarse a su lado y
lograr ser reconocido como el principal de los Caciques. Sin embargo, el
interés de los españoles era otro, y no complacían para nada el ego del Cacique
Nacaome. Fue entonces cuando Nacaome tuvo la genial idea de hacer todo lo
contrario que había pensado en un primer momento, y envió mensajeros a los
Caciques principales, indicándoles que él astutamente le hacía creer a los
españoles que era su gran aliado, pero su intención era sacarles toda la
información posible y conocer su punto débil para atacarlos entre todos los
pueblos chorotegas y alejar al blanco español, que comenzaba a ser el enemigo
común a vencer.
El nuevo
plan parecía perfecto, solo que Nacaome no contaba con que ninguno de los
Caciques confiaba en él, pues su mala fama de traicionero y oportunista no
logró el efecto que esperaba sino el opuesto. A pesar de eso los Caciques
simularon apoyar con entusiasmo la propuesta de Nacaome y mandaron de regreso a
sus mensajeros con algunos presentes, lo que hizo creer a Nacaome que su
liderazgo general ya era una realidad: iba a ser la reencarnación del Gran
Cacique Chorotega que tuvo por muchos años a todas las tribus bajo su dominio y
protección.
Fue
entonces cuando Nacaome explotó de soberbia y ordenó a todos sus súbditos que
de ahora en adelante deberían llamarlo Rey Nacaome, pues muy pronto sería el
Monarca Chorotega. Mandó construirse una nueva choza en el extremo norte de
Chira, desde donde miraba las cercanas costas de Abancari y podía salir en sus
veloces embarcaciones hacia el gran río (Tempisque), en cuya ruta se ubicaban
los principales cacicazgos. Mandó llenar sus bodegas de alimentos y comenzó a
darse manjares exquisitos como pocas veces lo había hecho. Al frente de su
casa, sobre unos grandes postes sembrados en el mar, Nacaome colocó una hermosa
barca dorada, construida en mangle y adornada con maderas preciosas y mandó a
traer los tesoros chorotegas enterrados y los exhibió en dicha embarcación por
varios días, dando mucho que hablar a todos los chireños y otros vecinos
insulares que pasaban en embarcaciones, admirando aquel museo viviente del oro,
elevado sobre una barca extraordinaria, que de noche y de día era custodiada
por cuatro de los más fuertes guerreros isleños, y cuyas antorchas a los lados
no dejaban de arder.
Tales
excesos del Cacique Nacaome llegaron a los oídos de los españoles, quienes no
tardaron en volver a la isla fuertemente armados, y en un descuido de su fiel
aliado Cacique, lo sometieron y con él, a los guerreros que lo acompañaban,
despojándolo de todas las riquezas expuestas en la barca de oro y de todos los
alimentos de la bodega. Una vez saciada su hambre de oro, los españoles
prendieron fuego a la casa y a la embarcación dorada, asesinando sin piedad al
Cacique, a su familia y a los guerreros que lo acompañaban, regresando en su
embarcación a Veraguas (Panamá) desde donde habían zarpado días antes. De esa
forma la avaricia de los conquistadores sepultó en pocas horas los sueños del
avaro y presumido Cacique Nacaome y su efímero liderazgo sobre los pueblos
chorotegas.
9. La ganadería en Guanacaste según CORFOGA, mas, el robo de ganado
Este programa transmitido en Canal 8 Guanacaste de Cable Tica, conductor el periodista Edwin Alfaro.
11. Comidas típicas de Costa Rica
Algunas de estas comidas las consumen en otros países, pero por ser muy tradicionales en Costa Rica se dicen ser típicas
12. PLACIDO VISITA COSTA RICA Y CANTA LUNA LIBERIANA
ES UN ORGULLO QUE UN ARTISTA DE LA CATEGORÍA DE PLACIDO DOMINGO INTERPRETE UNA CANCIÓN TAN BONITA QUE REPRESENTA AL PUEBLO GUANACASTECO DE LIBERIA COSTA RICA, CON ESA HERMOSA LUNA TICA DE FONDO. Antes de escuchar Luna Liberiana deseo compartir una cita histórica sobre Liberia.
Un elemento que resulta interesante y que podrías ser único
en Guanacaste, es existieron cuatro portones de ingreso en la ciudad de
Liberia: el primero a 200 metros al Norte y 25 al Oeste de la esquina Noroeste
de la Plaza de Los Ángeles, cerca de las actuales instalaciones del Instituto
Costarricense de Electricidad; el segundo portón era el de Los Rocha a unos 15
metros de la esquina Suroeste de los Tribunales de Justica; el tercero a unos
200 metros al Este de la Poza del Bejuco, sobre el camino que va a la Hacienda
La Carreta, atrás de la Ermita de La Agonía y el cuarto en el Mocho a unos 200
metros hacia el Sur del puente de la Calle Real.
Tomada del muro de Ronny Pizarro Méndez.
Tomada del muro de Ronny Pizarro Méndez.
13. Patriótica Costarricense
Patriótica costarricense, llamada a veces simplemente La Patriótica, es una canción patria de Costa Rica, considerada el segundo himno nacional del país y la canción cívica más estimada de esta nación. Su música es obra del compositor costarricense Manuel María Gutiérrez Flores, autor también de
la música del Himno nacional de Costa Rica, y su letra se basa en un poema del cubano Pedro Santacilia.1 Patriótica costarricense forma parte importante del acervo cultural costarricense y es entonada generalmente durante las celebraciones patrias del país, como la celebración de la Independencia los 15
de septiembre o las fechas de conmemoración de la Campaña Nacional de 1856-1857 (20 de marzo y 11 de abril).
la música del Himno nacional de Costa Rica, y su letra se basa en un poema del cubano Pedro Santacilia.1 Patriótica costarricense forma parte importante del acervo cultural costarricense y es entonada generalmente durante las celebraciones patrias del país, como la celebración de la Independencia los 15
de septiembre o las fechas de conmemoración de la Campaña Nacional de 1856-1857 (20 de marzo y 11 de abril).
Por muchos años, se consideró desconocido al autor de la letra de la Patriótica Costarricense. Durante algún tiempo, la letra fue atribuida al periodista y músico español José Augusto Mendoza, llegado al país en 1830 y autor de algunos discursos del presidente Juan Rafael Mora Porras, así como de poesías y piezas musicales, según versión de Manuel Segura Méndez en la obra "La poesía en Costa Rica".
En 1992, el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica publicó el libro "Himnos de la Patria", donde atribuía la música de La Patriótica al compositor Manuel María Gutiérrez Flores, y la letra a José Augusto Mendoza, explicando la creación de la pieza como un instrumento para motivar a las tropas costarricenses que marcharon al frente de batalla durante la Campaña Nacional de 1856-1857 contra los filibusteros de William Walker. Sin embargo, en
1997, el destacado profesor costarricense Carlos Luis Altamirano puso en duda la autoría de la letra en su libro "Los símbolos nacionales de Costa Rica", al no existir pruebas para adjudicar la letra a Mendoza.
1997, el destacado profesor costarricense Carlos Luis Altamirano puso en duda la autoría de la letra en su libro "Los símbolos nacionales de Costa Rica", al no existir pruebas para adjudicar la letra a Mendoza.
En 1999, una investigación del periodista y escritor costarricense Armando Vargas Araya develó que la letra estaba basada en el poema "A Cuba", del poeta cubano Pedro Santacilia. Vargas descubrió una líneas similares a la letra de La Patriótica en el poema "A un ruiseñor", publicado en el libro "Figuras cubanas del siglo XIX", de Salvador Bueno, durante un viaje a Río de Janeiro. Posteriormente, encontró detalles biográficos de Santacilia en la obra "Los poetas" (1930), de José Manuel Carbonell, aunque sin hallar datos sobre el poema. En sus investigaciones, Vargas descubrió que Santacilia había sido yerno y secretario personal del prócer mexicano Benito Juárez.
Luego de varias investigaciones sobre la vida de Santacilia, Vargas pudo determinar que la letra de La Patriótica estaba basado en el poema "A Cuba", dedicado por Santacilia a Matías M. Averhoff, un amigo suyo, en 1852. Vargas atribuye a la influencia de algunos patriotas cubanos que residieron temporalmente en Costa Rica, como Antonio Maceo y José Martí, como la causa de que se utilizase la letra del poema de Santacilia como base para la letra de La Patriótica Costarricense, encargándose al reconocido compositor y autor de la música del Himno nacional, Manuel María Gutiérrez, la musicalización de la pieza.
No obstante, la última estrofa de La Patriótica no aparece en el poema original de Santa Cecilia, siendo hasta la fecha ignorado el autor de esta última parte.
14. NOS DESPEDIMOS CON UNA PARRANDERA El Chunco
Antes de disfrutarla se hace necesario algunas acotaciones: No hay que ser muy entendido para imaginar que un ritmo musical que se llame “Parrandera” es una bomba de alegría y de sabor. Tampoco hay que ser muy astuto para saber que cuando esa música suena, la gente “agarra flojera y ganas de bailar”, como dirían Los de la Bajura.
Ahorita usted puede creer que está leyendo sobre un género desconocido pero esta música está tan arraigada en la provincia que se escucha en las montaderas, las mascaradas o en cualquier fiesta de pueblo. (No hay chance de que no la haya escuchado).
¿Quién las inventó? Las parranderas son resultado de la fusión de la cultura aborigen, española y afrodescendiente. Así lo explica el músico, investigador y catedrático de la Universidad de Costa Rica, Raziel Acevedo.
Esta música es compuesta en una estructura rítmica de seis octavos (seis tiempos de corchea por compás). Esta base es comúnmente utilizada en las marchas militares. La introdujeron los españoles cuando llegaron a América, contó el investigador.
La inmigración de los africanos al continente, le introdujeron a las parranderas una serie de acentos sincopados, que tienen la función de acentuar los ritmos débiles como si fueran fuertes. Es de esta combinación que nace la construcción de este género: no se puede atribuir la creación a algún autor en específico, sino a la época, explicó Acevedo.
Aunque esta base musical es utilizada en muchos países con otros nombres (en México se le llama son y en Argentina chacarera), la parrandera guanacasteca tiene la particularidad de que es mucho más rápida.
En San José y otros lugares aledaños a la capital, las cimarronas tocan una música similar, pero es conocida como “tambito”. La diferencia entre ambos, es que la parrandera requiere un ritmo más acelerado.
Redoble, platillos y bombazo: Cuando una parrandera comienza, en la mayoría de los casos, se escucha el redoble de los tambores que imitan el momento en que se encendía la mecha de una bombeta. Luego suena el platillo, asemejando el sonido que provoca el fuego cuando llega al tubo de metal en el que se introduce la pólvora. Al final, termina con el bombazo que lo logra el bombo.
De acuerdo con el director de la Banda de Conciertos de Guanacaste, Ronald Estrada, al igual que esa introducción, hay muchos toques de ordenanza militar que están incluidos en las parranderas, pues en esa época no había micrófonos ni parlantes y con la música se daban las señales.
Con el tiempo, en las fiestas callejeras, los músicos alegraban al pueblo con estos ritmos y se armaban las “parrandas” (la fiesta). De ahí viene su nombre.
Según el director, para tocar una parrandera no pueden faltar los redoblantes, los platillos, el bombo, las trompetas y los trombones. También se pueden adicionar saxofones, clarinetes el bajo y hasta se puede tocar con una orquesta completa.
Así lo hace la Banda de Concierto de Guanacaste, que todos los jueves de cada semana llevan su repertorio de parranderas a las escuelas y colegios públicos de la provincia, para enseñarle esta música a las nuevas generaciones. Canciones como “El Chunco”, “Pajarita” “Don Tobías Sanabria”, “Fidela”, “El Brinco del Sapo”, y “Charío”, son algunas de las muestras con las que este género sigue alegrando las parrandas de Guanacaste.
Para la compositora Guadalupe Urbina, aunque las parranderas tienen influencia de distintas corrientes culturales, son parte de la identidad guanacasteca y, en esencia, son una muestra del folclor que está vivo y se nutre con el tiempo.
Fuente: roberto@vozdeguanacaste.com
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