En esta
oportunidad les queremos compartir la Leyenda del Origen del Árbol de
Guanacaste. Las Juntas,
Guanacaste. Cuenta una antiquísima leyenda chorotega que en tiempos
inmemoriales existió un aborigen que se convirtió en una calamidad para su
pequeña aldea. Ese individuo, ansioso por
enterarse y divulgar los detalles escabrosos de la vida de los demás, no solo
andaba averiguando lo que podía mediante las conversaciones que entablaba sino
que se apostaba disimuladamente a oír conversaciones ajenas.
Cuando
algunas personas empezaron a cuidarse de decir cosas comprometedoras en su
presencia, se dedicó a espiar y escuchar a sus vecinos amparado por la
oscuridad de la noche. Algunos llegaron a sorprenderlo viendo por las rendijas
de los ranchos o aguzando su oído junto a las paredes de los dormitorios.
Después,
a pertrechado de chismes, se reunía, en el centro del plaza, con un grupo
curiosos maliciosos que le paraban las orejas y después se iban, cada uno por
su lado, a divulgar los detalles escabrosos de las vidas íntimas de los
lugareños; como suele suceder, sin tomarse la molestia de constatar la veracidad
de lo dicho por el chismoso, y más bien agregando pormenores de su propia
cosecha. Los detalles divulgados causaban o agudizaban no pocos desacuerdos
entre parejas, amigos y vecinos.
Desesperados
por las situaciones incómodas que la maledicencia de aquel hablador estaba
ocasionando en la comunidad, un grupo de aldeanas convinieron en pedirles a los
dioses que los librara de aquel lenguaraz. Durante varias lunas elevaron las
plegarias correspondientes y hasta hicieron pequeños sacrificios por ese deseo.
Al cabo de pocos días el individuo desapareció; en consecuencia, los aldeanos
dieron gracias a los dioses por el favor concedido y siguieron con sus
apacibles vidas.
Pero
he aquí que uno de ellos, por esos mismos días, advirtió que había brotado en
el centro de la plaza (donde se reunían los chismosos) un árbol que crecía
inusualmente rápido. De ahí en adelante todos estuvieron pendientes del árbol y
se maravillaban al notar, cada mañana, su acelerado crecimiento. Al cabo de
doce lunas el árbol había alcanzado el tamaño y la madurez suficiente como para
que le brotaran flores y unas pocas semanas después emergieron de ellas los
frutos: unas vainas con forma de orejas.
Desde
entonces, los aldeanos se reunían bajo su sombra y se dedicaban a chismorrear,
confiados en que el paisano, podía oír todo que decían, pero ya no podría
llevar los chismes a las orejas inapropiadas.n Tal
fue el origen del árbol de Guanacaste.