GUANACASTEQUIDAD EN CONSTRUCCIÓN
Profesor Ronal
Vargas Araya, julio de 2019
Desde el ámbito educativo equivocadamente algunos docentes han pretendido mostrar la “guanacastequidad” como un proceso histórico acabado, que configura una identidad regional marcada por una lectura sesgada del pasado que prioriza el aporte español y costarricense, donde los elementos culturales tradicionales invisibilizan los localismos y las nuevas identidades, producto tanto de manifestaciones particulares poco conocidas y de procesos migratorios inconclusos en todos los períodos de la historia regional.
Tal como
manifiestan acertadamente algunos investigadores “Guanacaste es producto de creaciones, manifestaciones y formas de ver
el mundo basadas en la experiencia propia de las generaciones actuales y
pasadas. La tradición, como un elemento fundamental debe recopilarse tomando
como punto de partida el pasado precolombino. No es justo realizar un análisis
histórico de una zona tan compleja como lo es Guanacaste sin tomar en cuenta su
pasado precolombino, su dinámica y el papel que este tiene en la formación de
la identidad del guanacasteco actual. Así mismo, no sería justo dejar de lado
procesos culturales como lo fue la mezcla y aporte con grupos africanos,
asiáticos, europeos y de otros países. La herencia cultural es la base de los
procesos históricos actuales. Los guanacastecos manifiestan leyendas, comidas,
formas de cocinar, medicina tradicional, técnicas agrícolas, creencias, expresiones
al hablar y prácticas relacionadas con actividades como la pesca y otras que se
remontan a cientos y quizás miles de años” (1).
Equivocadamente
todavía para no pocos estudiantes la “historia patria” y la de Guanacaste inicia
con la conquista española, desconociendo el período de presencia humana más
amplio pero menos conocido en estas tierras, donde la opinión de los
arqueólogos e historiadores con sensibilidad por los pueblos originarios se ha
vuelto fundamental. “La construcción de
identidades en Guanacaste va más allá de las haciendas, del papel de Nicoya y
Guanacaste en la República: es claro que cuando los españoles llegaron
alrededor del Golfo de Nicoya, existía un mosaico de pueblos y culturas. Los
españoles hablaban de una docena de pueblos, cada uno con un cacique y más de
tres lenguas diferentes, lo cual no se puede obviar dentro de la historia de
Guanacaste. Esto más bien crea un contexto muy rico para la investigación y análisis
de los procesos posteriores y su influencia actual” (2).
Es sabido que no
todos los habitantes originarios de Guanacaste eran chorotegas, sino que, más
bien éstos fueron los últimos en llegar al universo aborigen presente en la
Gran Nicoya. Desde miles de años antes había otros grupos que estaban
emparentados con pueblos situados en el sur de América. La reunión de pueblos y
culturas que encontraron los españoles en la Gran Nicoya en 1519 refleja la
co-existencia de pueblos llegados de Nicaragua procedentes de México, como los chorotegas,
que tenían unos 600 años de permanencia, y pueblos muy antiguos emparentados
entre sí, que tenían miles de años de vivir aquí. Toda esta dinámica debe tomarse
en cuenta para entender la identidad del guanacasteco, y cuando se analizan los
procesos brutales de conquista y colonia deben entenderse adecuadamente y no
dejar que estos procesos nos lleven a entender nuestra identidad de manera parcializada.
Por las
consideraciones anteriores el profesor Marco Tulio Gardela, quien ha sido figura
determinante para la creación del concepto de “guanacastequidad”, dio un marco
de referencia para comprender lo que significa ser guanacasteco, a partir de 5
hechos fundantes o estructurantes: el pasado mesoamericano (indígena), la
hacienda Ganadera, la anexión a Costa Rica, la participación en la campaña
nacional de 1856-57 y el Partido Confraternidad Guanacasteca, liderado por el
Dr. Francisco Vargas. Estos 5 dedos muestran la mano histórica que se levanta
con orgullo para mostrar al mundo las raíces de nuestra identidad. Considero
que hay otro hecho fundamental que más de 100 años después no hemos terminado
de digerir, como fue la pérdida del territorio peninsular, administrado por
Puntarenas desde 1915, gracias a un nefasto e ilegal decreto presidencial. “Sin Cóbano, Lepanto y Paquera, no hay
Anexión verdadera”. La recuperación de estos territorios peninsulares se ha
vuelto un asunto prioritario que hoy, sin duda alguna, marca el ADN del ser
guanacasteco.
Se debe tomar
mayor consciencia del arribo de poblaciones extrañas a estas tierras y que
terminaron arraigándose, con sus propias costumbres y tradiciones, tales como la
población afrodescendiente, para atender haciendas ganaderas en Nicoya y Santa
Cruz (siglo XVI); las innumerables familias chinas rechazadas en California que
se vinieron para Guanacaste (mediados del siglo XIX), trayéndose
permanentemente nuevos familiares, parejas y socios; las diversas oleadas de
nicaragüenses expulsados primero por las constantes guerras entre liberales y
conservadores, y después por la tiranía de Somoza y las subsiguientes crisis
económicas; el arribo de cubanos para fundar en La Mansión de Nicoya la mejor
granja agrícola de Centro América, bajo
las órdenes del general Antonio Maceo (finales del siglo XIX); la invasión de
aventureros para la explotación minera en Abangares (oro), Tilarán (oro) y
Santa Cruz (manganeso), con sus familias italianas, libanesas, españolas,
turcas, alemanas y otras más (finales del siglo XIX e inicios del XX).
A todo ello hay
que unir la constante invasión de campesinos sin tierra de la Meseta Central
que se arraigaron en las partes altas de Tilarán, Nandayure, Nicoya y Hojancha
(siglo XIX e inicios del XX) y centenares de inversionistas extranjeros
atraídos por el boom turístico e inmobiliario, particularmente en Papagayo y la
zona costera del Pacífico norte (desde los años 80s). Todos estos elementos enriquecerían aún más la pluralidad cultural que
marcaría para siempre el ser guanacasteco, uniendo en una sola realidad lo
propio, lo nuestro, lo extraño y lo de todos. “De todos es sabido que Guanacaste
desde las primeras décadas del siglo veintiuno, ha venido sufriendo una
aculturación provocada por las grandes oleadas migratorias que entraron a
Tilarán y Cañas por el este, y a la Península de Nicoya por Hojancha y Nandayure.
No menos importante ha sido el flujo migratorio desde Nicaragua. Estas
poblaciones entraron a Guanacaste y sin proponérselo impusieron sus costumbres
en las regiones donde se establecieron. Lentamente se fueron introduciendo en
la provincia y fueron devastando nuestro acervo cultural, a tal punto, que el
Guanacaste quedó reducido a un pequeño territorio conformado por partes de los
cantones de Carrillo, Santa Cruz y Nicoya. Para consumar la tragedia, a finales
de los años setenta, nos invadió el Turismo y nos despojó de todos los
territorios costeros, reduciendo aún más la zona del Guanacaste auténtico. En
Santa Cruz se atrincheraron los defensores de lo nuestro y empezaron una lucha
a muerte contra los invasores” (3). En vez de continuar “llorando por la leche
derramada”, debemos tomar la actitud positiva de valorar el pasado con sus
extrañas mezclas culturales y reconocer que “ser guanacasteco”, más que enseñar
solo un reseco cordón umbilical o una desgastada “cédula cinco” que nos une a
esta hermosa tierra, es identificarse con su gente y su destino, aportado para
la construcción de un mañana mejor, sin excluir, marginar o descalificar a
nadie que enarbole con orgullo la bandera regional y su rica historia.
(1) REYES
PANIAGUA, Eduardo José (2010). Guanacaste,
más de 12 mil años de historia e identidad. Este artículo forma parte del Programa de investigación No. 806-A6-910
Historia y Estudios del Pacífico de Costa Rica y Nicaragua, de la Sede
Guanacaste y el Centro de Investigaciones Históricas de América Central, y fue
realizado durante el primer semestre del 2008.
(2) IBID
(3) LEAL,
Edgar (2013); ¿Qué es la guanacastequidad? Periódico Guanacaste de Altura. http://guanacastealaaltura.com/que-es-la-guanacastequidad/
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